domingo, 26 de octubre de 2008

Depresión

Querida Mariana



Hoy no vengo a hablarte de metáforas, porque me duele la muñeca y no puedo permanecer mucho tiempo sosteniendo la pluma. Tampoco estoy para contarte de las musas efímeras que juegan con los velos oníricos de todos nosotros. No, hoy estoy deprimido. Hoy vengo a hablarte del mar.

El mar es tan complejo que puede absorber a cualquiera, que puede seducir y hacerse comprender en todos lados. Igual coquetea con el iluso que atormenta al melancólico. Igual intimida al niño que al experimentado. No es lo mismo, por eso los marineros traen consigo los vestigios de la vida en el mar a cualquier parte.

Las olas del mar son cadencia femenina venida a un rito infinito, bailando al son de un clímax por siempre buscando, y que nunca vendrá. Por qué crees si no, que comparamos su belleza, su decidia y sus encantos con los del agua salada y sus ecos hidro-histéricos.

Además, el mar es como amar, sólo que sin tener alguien a quién dirigirle el corazón con certeza.
Sí, porque tú amas, y yo amo, princesa. Y en algún lado, alguien más ama. Y te aman, y se aman, son como las olas retozantes, decenas de besos prolongados hasta el horizonte.

Yo quedo solo, con la más imperceptible de las ondas acuosas en mi pestaña, y en la mano dibujado el recién ahogado mar.

1 comentario:

Ov!.Hamtigonito.Xse dijo...

Me agrada.

Me lo imagine como esos tipos a los que nadie les habla en el campus y cuando empiezan a hablar, mdres.. son parte de este mundoo pero puestos en otra parte.