jueves, 11 de junio de 2009

I'm the one to blame

Gritaba. No era estridente, más bien era un gritito ahogado de señorita a punto de perder los estribos.



-Cállate- le espetó él.



Volteó a mirarlo, dirigiéndole una mirada inquieta. Abrió la boca, insinuando uno de esos alaridos insoportables, pero ningún sonido emanó de ella.


-No- contestó.

Entonces, su voz desapareció.