domingo, 4 de mayo de 2008

Violet Hill

I took my love down to Violet Hill
There we sat in snow
All that time she was silent still

Violeta miraba las gotas que caían del encino mientras Mario se vestía. Recostada en la cama, pensaba en la película que vieron la última vez que fueron al cine. La actriz fue asesinada, brillantemente asesinada. La declararon enferma, y los perros le comieron ls piernas. Violeta recuerda también que Mario intentaba besarla, pero ella desistía. Dócilmente intentaba rozar sus labios, alcanzar su boca, hasta que se desesperó y con una fuerza maldita la tomó de la mandíbula con su mano derecha y le hizo voltear a mirarlo. Nunca a nadie le había dado un beso a regañadientes. Fue un beso grosero, con sabor a palomita. Un beso corrioso y urgido, que gritaba la furia contenida de Mario por ser desdeñado.

No la quería, no la quería. Pero cómo deseaba tocar su cara, besar su cuello, tomar su mano. Y Violeta permanecía quieta, respondía a los besos, aceptaba su mano. Pero nunca suspiraba, ni lo miraba. No le hablaba. Violeta-Pérfida era como una de esas sombras rebeldes, que en lugar de seguir a su dueño, caminaban a su lado como queriendo escapar de él.

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