miércoles, 14 de mayo de 2008

La fenêtre

Me reclino en el sillón mientras te observo tocar el piano. Tus manos corriendo de una tecla a otra, cantándole canciones a la ventana. Hace falta el acordeón y hace falta el violín y la guitarra para que pudiéramos volver enteramente a París. O mínimo a la calle Londres esquina con Amsterdam, en la Condesa; a ese café en el que mientras cenaba pasta y lasagna con huevo me dí cuenta lo mucho que te necesitaba, y cuánto quería que estuvieras conmigo en esa mesa, mirándome de frente, tomando de la misma copa de vino. El día en que decidí romper el silencio en el que nos habíamos sumergido, para que nos reuniéramos a pasar juntos la noche del 24. El día en que comenzamos a vivir juntos, y la primera vez que hicimos el amor... (con amor).

Después, pasó el tiempo. Noches, días, cenas, almohadas, camas, discos nuevos, y llegamos de nuevo al momento en el que te miro frente al piano, concentrado en componerle canción a la ventana del comedor.

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