lunes, 2 de febrero de 2009

Lettres pour Nauj (1)

Septiembre 30, 2008
Yo también. Yo también quería hacer de mi vida algo extraordinario. Pero de repente me topo con la reflexión mundana de, si en verdad, la ansiedad por salirme de la coladera no se ha vuelto rutina. Quiero decir, los ratones en el metro son más extraordinarios que yo: viven en la penumbra. Y me tienes a mí, en la superficie, respirando rastros de toxinas, estornudos y oxígeno de otros tantos millones como yo.

Me siento morir, a ratos. Pero yo renuncié a la resurrección en algún punto de mis numerosos exilios. Con gusto intercambiaría mi fertilidad humana por la fertilidad literaria, pero eso apenas en fantasías delíricas. Y es que nada tiene sentido, salvo los viernes en la tarde, de 3 a 6.

Menor coherencia tendría si hubiera permanecido. Digamos que con mi huída, garanticé mi elocuencia, mi cordura y mi sensatez. Pero ellas hacen un viaje más largo, y aún vienen en camino. Por el momento, queda una persona confundida, que camina respirando humo ajeno y llenándose la cabeza de letras y palabras, aún indescifrables e incomprendidas. ¿Dónde fue que vine a perder la poca belleza que tenía en mí?

Pfff
Soy un dejo obsceno de podredumbre árida que disfruta dialogando con el piso
y arrojándose de las escaleras.

domingo, 1 de febrero de 2009

Guardado el porvenir

Serás como aquel clown que hace lágrimas de talco mientras se prepara para entrar al escenario
O como aquella puta que termina rompiendo sus medias, al final de la jornada
Algún pie lastimado, con uñas mal pintadas y las plantas ahongadas
Cabellos maltratados
Sombras de ladrones que persiguen a otros, al filo de la madrugada

Serás peligroso y detestado
Historias de noche
Porque justo ahora
eres el único recuerdo bello que flota por encima de las personas

Serás eso, quizá algo más triste.
El equilibrio nos debe compensar.

jueves, 22 de enero de 2009

Miguel Ángel de Quevedo, en mi soledad

No me importa tu estado de conciencia
Me asusta tu miedo, tu pasado
Tal vez tu soledad salpicada en el abismo
La sangre que haya podido pasar antes que yo
Por tus manos

Me da miedo que no pienses
que hayas visto más de lo acordado
y que en tus ojos no recuerdes
mas que rojo, y gritos
P l o m o

¿Qué vas a hacer entonces?
Cuando cuentes historias de terror a tus nietos,
les dirás que eras fuerte
que cargabas tu bebé con un brazo
mientras con el otro te dedicabas a encañonar
a cierto idiota adolescente.

"¿Por qué lo haces?" Te pregunto, mientras me tiemblan las piernas.
"Qué te importa." Espetas, mientras intentas hurgar...

sábado, 10 de enero de 2009

Me gusta jugar con las palabras violeta, violenta y lenta.

Para analizarme críticamente, se necesita partir de una premisa fundamental: las nueces.

Me resulta impracticable la posibilidad de llevar adelante una vida sin: morado, verde y negro.

Evidente es mi firme convicción de que si no hay baile no hay vida.

Capturar la esencia de una imagen, un momento, sonido, o suspiro, justifica por completo la existencia en sí.

No debería confundirse lo bohemio con lo barato, ni el pensar libre con lo decadente.

La mejor ciudad para sentirse frustrado se llama Monterrey. La ciudad indicada para sentir la vida solitaria, es el aquí.

El hombre más afortunado es aquél que supo conocer viajando.

El amor es una pregunta innecesaria. Se contesta a sí misma.

Qué harta estoy.

lunes, 1 de diciembre de 2008

jitenshya

No es de sorprender que te retrate mentalmente en bicicleta, ni tampoco que por inercia coloque una boina sobre tu cabeza cada vez que te recuerdo. Lo que quizá sea capricho propio es el caracterizar tu piel con un toque de oliva, colorear tus ojos de aceituna. Ésa sería tu versión, toscana.



Sucede que el día de hoy me siento abismalmente abandonada. Inició desde que decidí traer esos zapatos de tacón negro a mi casa, cuando las sudaderas se cambiaron por gabardinas y las chamarras por abrigos. Quedará acaso un pantalón de mezclilla, en memoria de mis fachas de antaño. Cada día que pasa, mientras más recorro de ida y vuelta los mismos sitios, cruzo los mismos puentes, espero el mismo vagón en la misma estación, me siento más desorientada.

domingo, 30 de noviembre de 2008

notas del viajero

las memorias las guardo en mi mochila,
cada vez que miro hacia un sitio distinto y digo:
es hora de partir.

no en papel, ni en fotografía;
las guardo en el fondo del bolsillo,
las llevo impregnadas en la ropa.

cada hoyito del pantalón,
cada hilo colgando del suéter

están en los puños de las camisas
en los botones faltantes
y en los remiendos improvisados

están en mis manos resecas y en mi cara asoleada

se notan en las manchas de mi piel
y en estos ojos que lloran
cuando ven campo, o ven ciudad
a sabiendas que no hay regreso:

no sabrían a dónde ir

sábado, 1 de noviembre de 2008

los blues de octubre

mis ojos no saben a dónde ir

estoy cansada de guardar mis labios

y saber que los tuyos hablan y ríen

a 45, 30, 10, 89 kilómetros de distancia


Dedo por dedo te esperé mientras hojeaba con desidia las hojas de arreola y sus compendios de la infancia. Caían sobre mi cabeza las cerezas malparidas del capulín, y una que otra hoja amenazaba con quedarse atorada entre mi cabello. En uno de esos descuidos aplasté inconscientemente mis lentes. Como siempre, no les pasó nada. Se enchuecan más, y se me enchueca la vista. Se tuercen mis ojos y la luz rebota sin proporción. Con mis lentes ya no veo. Con mis manos resecas ya no siento igual.

La verdad es que tantos callos sangrantes han vuelto complicado mi cotidiano andar. Las uñas también se vuelven amarillas y mi cara ennegrecida por el sol me recuerda, cada vez que me miro al espejo, a dónde fue que vine a parar por terquedad propia. Ya no quiero saber más de formalidades ingratas y limpieza en favor del prójimo. Algún día rajaré mi cara con un cuchillo de cocina, fabricaré mis propias cicatrices. Así exorcizaré mi fealdad interna. Habrá repudio dentro y fuera.

Y si vuelvo, nadie me reconocerá.