lunes, 21 de septiembre de 2009

And if you gaze for long into the abyss, the abyss gazes also into you

Es cierto, mujercita. ¿Exactamente hace cuánto que no sonríes de verdad? Siempre apurada, caminando a zancadas, con el tiempo a cuestas. Ni en domingo, ni en lunes, ni en miércoles te atreves a intentar lo que hace dos años pautaba tus sueños; a lo que hasta con los dientes te aferrabas. Bendita ignorancia la tuya cuando pensabas que deshaciéndote de tu historia lograrías libertad.

Te has despojado de todas las sábanas oníricas que antes abrazabas. Y mientras, sentada al borde de la cama, desnuda contemplas las telas pisoteadas de tu juicio. Observas tus pies podridos y tus cabellos asimétricos. Entonces buscas otros ojos -comprensivos, tiernos- que te miren de vuelta, otras manos que te tomen de sorpresa al despertar por la mañana. Buscas un motivo, un aliento, un suspiro. Así vas por toda tu pieza, arrojando papeles, tirando sombreros, revolviendo entre los cajones de la ropa, queriendo -en parte arrepentida, la otra aún esperanzada- hallar un salvavidas. Algo que te recuerde que no basta beberte los libros uno a uno, que la poesía se encuentra en todos lados si se sabe apreciar, que uno y uno no es igual a dos pero quizá den uno mismo, que el dolor y el cansancio son imprescindibles a la hora de las pruebas del ensayo y errar.

Te estás hundiendo, idiota. Yo te recomendaría que lucharas por salirte del pantano.

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