jueves, 29 de abril de 2010
martes, 20 de abril de 2010
These letters were toujours pour lui
1. diving into your eyes (or, writing shit that never makes sense)
Dreams swirl in a gentle storm
for an instant
and that's when you become tangible and real
you
and life, toes,
hands
eyes
wind
light...
See me running
the kaleidoscopic skies
the sweetest and most urgent hug
finally, breathing makes sense
it begins and ends
the very moment I drown
--
Dreams swirl in a gentle storm
for an instant
and that's when you become tangible and real
you
and life, toes,
hands
eyes
wind
light...
See me running
the kaleidoscopic skies
the sweetest and most urgent hug
finally, breathing makes sense
it begins and ends
the very moment I drown
--
jueves, 15 de abril de 2010
Ses derniers jours/ Ces derniers jours
Alright. Planteamiento del contexto espacial y temporal.
1. Es tarde. Debería terminar mi exposición de francés. O bien, estudiar español para el examen de mañana.
La verdad es que: no puedo. Un peso infinito cierra mis párpados. Mis neuronas aparentemente luchan por desviarse de esas ocupaciones de relativa urgencia.
2. Es mi blog. El que desde hace dos años utilizo para "escribir", del que creo jamás ha tenido la intención de ser utilizado como bitácora, diario, registro personal e intimista. NO.
La verdad es que: creo que ésta será su primera vez.
------------------
Exposición de anécdotas.
1. El lunes llovió. Fui feliz. De repente me vi con una hora y media libre, no contemplada con anterioridad. Así que en un vago intento por serenarme, me senté a contemplar árboles. (Un aplauso a la fémina idiota que vive dentro de mí, gracias.)
Entonces: árboles grandes meciéndose con el agresivo soplo del viento que anunciaba lluvia. Nubes grises aglomerándose alrededor, tapando a los cerros de mi vista. Sufjan Stevens y Beirut en el reproductor de música de mi celular. (Pero se supone que quería sacudirme el spleen...)
Después, lo inevitable: empezó a llover.
Y luego, la fantasía por fin se cumple: ese anhelo infantil de caminar bajo la lluvia mientras ésta aumentaba su intensidad. Atravesar espacios grandes, abiertos, verdes, mientras el resto de la población universitaria corría disimuladamente para evitar mojarse.
Crucé las islas, enteritas. Ida y vuelta. A mitad del camino (MNwtPfM de Beirut en mis audífonos), me sorprendí a mí misma sonriendo. ¿Qué de delicioso hay en empaparse deliberadamente, sin ninguna razón de verdadera importancia, cruzando un área verde mientras comienza a llover y uno quiere deshacerse de los pensamientos enfermizos que circulan por su pendeja cabeza?
Pues eso, que es totalmente carente de sentido. Y que uno es pendejo.
Epílogo: el regreso a la Facultad empapada de pies a cabeza; sonriendo para mí misma, como quien acaba de hacer una travesura enfrente de todos.
2. Lo triste de saber que los abismos existen, y que tienden a volverse más grandes con el tiempo. Esto no lo puedo explicar. Pero los silencios se extienden cada vez más, lo he notado. Creo que la otra parte también lo sabe.
3. Lo triste de saber que hay sueños que nada más se cumplen a medias, y que es a lo más que puedes aspirar. (So sorry, kid. But generally, such is life)
4. Lo triste de saber que falta algo, que ese algo significa todo. Y no hablo de reciprocidad ni nada por el estilo. No. Pero un simple catalizador, una razón, un leit-motiv.
Ahí está, la danza. Pero últimamente no hago nada bien. (Nada. Ni teatro ni escuela ni danza ni vida. Nada.)
5. Sí quiero que se vaya. Aunque no quisiera porque me entristece saber que no hay ni la más ligera probabilidad de que decida quedarse, porque ya no hay nada que le inspire atracción aquí, y porque yo lo querría aunque él no me quisiera. Pero no somos tan compatibles. Quizá ni somos, nada más nos hicimos. (¿eh?) Pero tal como se dijo en algún momento de perdición: "In another life, baby..."
¿En qué carajos estaba pensando? (pregunta bilateral, gracias) Sí, porque yo creo que sí estaba pensando. (afirmación bilateral, again) Mis errores siempre comienzan con una aproximación... mmm, pongamos que espontánea. Se me olvida la actitud de "discreta y prudente". Ha pasado lo mismo desde hace tres años.
Pero bueno, es un auténtico y terco círculo vicioso. No tiene razón de ser. Nada más dejo que mis pasiones, perversiones y demonios internos salgan a pasearse un rato.
Tal vez lo único que me queda es vivir con sentimientos que anhelen vidas recicladas. Abrazarme al calor que todavía se pasea por mis brazos, buscar desquiciada atisbos de sus ojos y rastros de su olor en otros rostros...
Miro otros rostros y por un instante creo que puedo sentir desahogo. Pero luego aparece el yugo de la vida real y me doy cuenta que soy pobre porque no tengo proyectos ni sueños ni logros ni casa ni amigos ni vida.
1. Es tarde. Debería terminar mi exposición de francés. O bien, estudiar español para el examen de mañana.
La verdad es que: no puedo. Un peso infinito cierra mis párpados. Mis neuronas aparentemente luchan por desviarse de esas ocupaciones de relativa urgencia.
2. Es mi blog. El que desde hace dos años utilizo para "escribir", del que creo jamás ha tenido la intención de ser utilizado como bitácora, diario, registro personal e intimista. NO.
La verdad es que: creo que ésta será su primera vez.
------------------
Exposición de anécdotas.
1. El lunes llovió. Fui feliz. De repente me vi con una hora y media libre, no contemplada con anterioridad. Así que en un vago intento por serenarme, me senté a contemplar árboles. (Un aplauso a la fémina idiota que vive dentro de mí, gracias.)
Entonces: árboles grandes meciéndose con el agresivo soplo del viento que anunciaba lluvia. Nubes grises aglomerándose alrededor, tapando a los cerros de mi vista. Sufjan Stevens y Beirut en el reproductor de música de mi celular. (Pero se supone que quería sacudirme el spleen...)
Después, lo inevitable: empezó a llover.
Y luego, la fantasía por fin se cumple: ese anhelo infantil de caminar bajo la lluvia mientras ésta aumentaba su intensidad. Atravesar espacios grandes, abiertos, verdes, mientras el resto de la población universitaria corría disimuladamente para evitar mojarse.
Crucé las islas, enteritas. Ida y vuelta. A mitad del camino (MNwtPfM de Beirut en mis audífonos), me sorprendí a mí misma sonriendo. ¿Qué de delicioso hay en empaparse deliberadamente, sin ninguna razón de verdadera importancia, cruzando un área verde mientras comienza a llover y uno quiere deshacerse de los pensamientos enfermizos que circulan por su pendeja cabeza?
Pues eso, que es totalmente carente de sentido. Y que uno es pendejo.
Epílogo: el regreso a la Facultad empapada de pies a cabeza; sonriendo para mí misma, como quien acaba de hacer una travesura enfrente de todos.
2. Lo triste de saber que los abismos existen, y que tienden a volverse más grandes con el tiempo. Esto no lo puedo explicar. Pero los silencios se extienden cada vez más, lo he notado. Creo que la otra parte también lo sabe.
3. Lo triste de saber que hay sueños que nada más se cumplen a medias, y que es a lo más que puedes aspirar. (So sorry, kid. But generally, such is life)
4. Lo triste de saber que falta algo, que ese algo significa todo. Y no hablo de reciprocidad ni nada por el estilo. No. Pero un simple catalizador, una razón, un leit-motiv.
Ahí está, la danza. Pero últimamente no hago nada bien. (Nada. Ni teatro ni escuela ni danza ni vida. Nada.)
5. Sí quiero que se vaya. Aunque no quisiera porque me entristece saber que no hay ni la más ligera probabilidad de que decida quedarse, porque ya no hay nada que le inspire atracción aquí, y porque yo lo querría aunque él no me quisiera. Pero no somos tan compatibles. Quizá ni somos, nada más nos hicimos. (¿eh?) Pero tal como se dijo en algún momento de perdición: "In another life, baby..."
¿En qué carajos estaba pensando? (pregunta bilateral, gracias) Sí, porque yo creo que sí estaba pensando. (afirmación bilateral, again) Mis errores siempre comienzan con una aproximación... mmm, pongamos que espontánea. Se me olvida la actitud de "discreta y prudente". Ha pasado lo mismo desde hace tres años.
Pero bueno, es un auténtico y terco círculo vicioso. No tiene razón de ser. Nada más dejo que mis pasiones, perversiones y demonios internos salgan a pasearse un rato.
Tal vez lo único que me queda es vivir con sentimientos que anhelen vidas recicladas. Abrazarme al calor que todavía se pasea por mis brazos, buscar desquiciada atisbos de sus ojos y rastros de su olor en otros rostros...
Miro otros rostros y por un instante creo que puedo sentir desahogo. Pero luego aparece el yugo de la vida real y me doy cuenta que soy pobre porque no tengo proyectos ni sueños ni logros ni casa ni amigos ni vida.
viernes, 9 de abril de 2010
All I see is psychedelic fish in our conversation
Suffice it to say I am determined to drown in smoke today, perhaps become sand...
I'm rehearsing, I'm preparing myself for the next episode.
Perhaps I'll have to rebuild my thoughts
and get a new dress:
let my hair grow, find comfort in new sounds.
Slowly.
I'm never sure about what I intend to find when I look up at the sky.
Forever dancing dust.
How I would like to die:
becoming sand, while walking on the dunes
feeling the hot wind hitting my face,
and then my cells letting go one by one:
flesh
hair
and bones
slowly rising into the sky
A part of me would travel with the wind, other would end up resting by the sea
or feeding worms.
I wouldn't mind, no. I wouldn't mind if I were dust resting on your shoulder.
In an instant, I'd be gone.
--
Diana López
I'm rehearsing, I'm preparing myself for the next episode.
Perhaps I'll have to rebuild my thoughts
and get a new dress:
let my hair grow, find comfort in new sounds.
Slowly.
I'm never sure about what I intend to find when I look up at the sky.
Forever dancing dust.
How I would like to die:
becoming sand, while walking on the dunes
feeling the hot wind hitting my face,
and then my cells letting go one by one:
flesh
hair
and bones
slowly rising into the sky
A part of me would travel with the wind, other would end up resting by the sea
or feeding worms.
I wouldn't mind, no. I wouldn't mind if I were dust resting on your shoulder.
In an instant, I'd be gone.
--
Diana López
jueves, 25 de marzo de 2010
monologue
(INT. Una casa. La cocina, o cualquier cuarto que no sea dormitorio ni baño. Una mesa y una silla, que no sean de madera. Sobre la mesa hay algunos libros y hojas de papel. Ella vestida informal, de cualquier color excepto rosa. Cabello suelto y desarreglado. Está sentada de piernas cruzadas dando el frente al público, reclinando su costado derecho sobre la mesa y comiendo flan. Cucharea un rato y después se queda pensativa, sosteniendo su cabeza con la mano que le queda libre. Se ve cansada.)
ELLA: (Lentamente) Cada día me siento más estúpida. Cada vez me siento más frágil,
más hueca, más idiota. Tres años de la mentada emancipación y todavía me da miedo quemarme con el aceite caliente que salta del sartén cuando toca hacer huevo. (Se desespera) Tres años, y todavía no puedo organizar mi puta vida, carajo. (Pausa. Se queda mirando el platito con el flan y se enternece su mirada, jaja.)
(Al flan) En esta casa sólo somos nosotros, y nada más. Bueno, nosotros y los papeles, los trabajos y los días…
(Estira la mano y agarra el papel más cercano. Lee) Hacer un recuento histórico y crítico de las diversas manifestaciones literarias… comprender los procesos de continuidad, transformación… (imitando la voz de algún intelectual pedante) naturaleza dinámica y heterogénea del realismo… (suelta la hoja) Ah, la naturaleza, caray: heterogénea, siempre cambiante y hermosa. Debí haber estudiado otra cosa, hombre.
(Agarra la hoja de nuevo y comienza a escribir por el reverso) "Qué hago aquí, o: por qué vine a la ciudad", en 15 minutos. Ejercicio introspectivo a una mano por la señorita Indiana Proscrita del Auto-exilio número 10-32-89-5, donde intenta hacer un recuento cronológico y crítico de sus motivos como emigrante y al mismo tiempo lograr el título más largo para un escrito inútil y de nula trascendencia literaria, comenzando en la ciudad de Monclova, Coahuila… (tacha) no, aquí no. (Recomienza) Dictado en la ciudad de Guanajuato el 23 de…(tacha otra vez) aquí tampoco. (Vuelve a escribir) Ciudad de Monterrey, Nuevo Le-- (tacha de nuevo) ¡aquí menos!
(Deja de escribir. Con voz cansina) De todas maneras, no importa: ahora estoy aquí.
Vine a la ciudad porque quería sentirme extranjera, auto-exiliada. "Quería repensar todos los pasajes que alguna vez leí", danzando entre el humo de mi olvido. Allá todo hablaba sobre lo mismo, ya sabía lo que me esperaba. Cuando se es débil, frágil e inexperto [imagínese usted, amable espectador] uno cree inocentemente que la autosuficiencia reside en creer en sí mismo, que basta confiar en su ente, su intuición, su gente y sus lentes [para ver mejor]. Pero no, la vida no es así. La vida es tropiezo, raspones y nudillos sangrando. Es sudor, es salado y es peste. ESO es la vida. Sí, la vida es sudor y demás fluidos corporales. Porque JAMÁS habrá de sentirse uno más purificado que después de sentir el sudor desaparecer de sus adentros, después de arrullarse solito una vez terminado el llanto, después de amar con frenesí, sí, sí.
(toma otra cucharada de flan)
Quería sumergirme en las violentas aguas de la ciudad monstruosa, probar mi habilidad de mujercita. Luchar yo, como el salmón, abriéndome paso contra la corriente; encontrar pertenencia, entender qué soy. Y después, regresar a casa. (Se queda mirando la cuchara)
Aún no sé dónde queda eso. A estas alturas, creo que ya ni importa. (A partir de aquí, a discreción del actor/director/lector, ELLA es libre de levantarse.)
A veces siento que la vida se deshace en cuadros: cuadros citadinos, cuadros sentimentales, cuadros de honor, cuadros coreográficos, cuadros de infección... También hay círculos viciosos, triángulos amorosos. Esa incorregible tendencia a comprender la vida atribuyéndole consistencia geométrica [válgame], y uno desparramándose informe. (Burlona) Cha-leeeee.
(Se acurruca en el piso) Ay, Henry. Yo también estoy aquí por razones que todavía no termino de comprender. Yo tampoco tengo dinero, ni recursos o futuro; en todo caso tendré todavía unas cuántas vagas esperanzas. Y sin embargo, de vez en cuando siento que todavía podría ser la más feliz del mundo… (cierra los ojos) Aunque esté sola.
(Abre los ojos, se incorpora.. Mira hacia el flan.) Desayuno sola. De un tiempo para acá me toca comer sola. [Antes no soportaba hacer eso. Me volvía loca el sonido de la cuchara golpeando el plato de la sopa, haciendo ecos por toda la casa, vacía.] La mayoría del tiempo ando sola por las calles. Me sé sola. La compañía es momentánea, todos se van. Los hermanos, los amigos, los jefes, los mismos; todos se van al final del día, cuando terminan las clases o la conversación interesante, o el amor, o la música, o el baile. 22 millones de güeyes en la ciudad, y everybody leaves… Incluso ellos, los que juran con toda su calentura y virilidad entre las manos que jamás van a marcharse, se van al amanecer. [Ojalá se fueran con el frío…]
En cierto modo, he aprendido a quererme así, sola. Hay ratos – esporádicos, para ser honesta— en los que no necesito a nadie más. ¿Para qué añorar la compañía? Decía que hay ocasiones en las que, de repente y sin saber cómo, me he hallado sonriendo, radiante. (Riendo) El momento más ridículo que he tenido en mucho tiempo: hallarme cantando, inexplicablemente contenta, mientras lavaba los platos. Lo estaba disfrutando. No me importaba un carajo estar sola, aunque estaba consciente de ello. Era feliz lavando trastes. Pude haber gritado "¡Que se vaya al carajo el mundo, no me importa! Aunque esta ciudad se hunda en el fango de años y años de mierda" y no sentirme triste. Ese momento pudo haberse expandido [eran demasiados trastes sucios, no los había lavado en una semana], y sin embargo la soledad y yo parecíamos amigas. Los trastes también se veían amigablemente sucios. Si no, dudo que hubiera cantado. De todos modos, se acabaron los trastes sucios. Y con ellos, mi felicidad fugaz y solitaria.
La vida aquí sabe a sal, a sal y tierra. Será por eso que lo dulce nos parece tan efímero y bello. Quizá por eso lo buscamos tanto. Bueno, al menos YO lo busco así, en mi soledad.
¿Para qué? (Piensa) La soledad es un abismo. La soledad es silencio. Hay abismos deliciosos, lo sé. Yo recuerdo una noche, un cuerpo ajeno, un sofá... y en ese silencio hubimos de arrojamos los dos. Soledad con soledad, silencio con silencio, mitigando nuestra urgencia con sordina, con suspiros entrecortados, con retazos de canciones y lágrimas. Yo hundiendo mi vida en sus ojos, atiborrando sus silencios de sonrisas y gritos; él meciéndome desde su mirada, como las olas apacibles, quedamente arrullando la vida, el sol y la edad…Al día siguiente, mi soledad-silencio había adquirido una dimensión más profunda. Cada día me entendería menos a mí misma, desencantada pero al mismo tiempo llena de intriga. A final de cuentas, él también se fue. No lo culpo. Personalmente, duermo mejor sola. Será la costumbre, pero así descanso mejor.
ELLA: (Lentamente) Cada día me siento más estúpida. Cada vez me siento más frágil,
más hueca, más idiota. Tres años de la mentada emancipación y todavía me da miedo quemarme con el aceite caliente que salta del sartén cuando toca hacer huevo. (Se desespera) Tres años, y todavía no puedo organizar mi puta vida, carajo. (Pausa. Se queda mirando el platito con el flan y se enternece su mirada, jaja.)
(Al flan) En esta casa sólo somos nosotros, y nada más. Bueno, nosotros y los papeles, los trabajos y los días…
(Estira la mano y agarra el papel más cercano. Lee) Hacer un recuento histórico y crítico de las diversas manifestaciones literarias… comprender los procesos de continuidad, transformación… (imitando la voz de algún intelectual pedante) naturaleza dinámica y heterogénea del realismo… (suelta la hoja) Ah, la naturaleza, caray: heterogénea, siempre cambiante y hermosa. Debí haber estudiado otra cosa, hombre.
(Agarra la hoja de nuevo y comienza a escribir por el reverso) "Qué hago aquí, o: por qué vine a la ciudad", en 15 minutos. Ejercicio introspectivo a una mano por la señorita Indiana Proscrita del Auto-exilio número 10-32-89-5, donde intenta hacer un recuento cronológico y crítico de sus motivos como emigrante y al mismo tiempo lograr el título más largo para un escrito inútil y de nula trascendencia literaria, comenzando en la ciudad de Monclova, Coahuila… (tacha) no, aquí no. (Recomienza) Dictado en la ciudad de Guanajuato el 23 de…(tacha otra vez) aquí tampoco. (Vuelve a escribir) Ciudad de Monterrey, Nuevo Le-- (tacha de nuevo) ¡aquí menos!
(Deja de escribir. Con voz cansina) De todas maneras, no importa: ahora estoy aquí.
Vine a la ciudad porque quería sentirme extranjera, auto-exiliada. "Quería repensar todos los pasajes que alguna vez leí", danzando entre el humo de mi olvido. Allá todo hablaba sobre lo mismo, ya sabía lo que me esperaba. Cuando se es débil, frágil e inexperto [imagínese usted, amable espectador] uno cree inocentemente que la autosuficiencia reside en creer en sí mismo, que basta confiar en su ente, su intuición, su gente y sus lentes [para ver mejor]. Pero no, la vida no es así. La vida es tropiezo, raspones y nudillos sangrando. Es sudor, es salado y es peste. ESO es la vida. Sí, la vida es sudor y demás fluidos corporales. Porque JAMÁS habrá de sentirse uno más purificado que después de sentir el sudor desaparecer de sus adentros, después de arrullarse solito una vez terminado el llanto, después de amar con frenesí, sí, sí.
(toma otra cucharada de flan)
Quería sumergirme en las violentas aguas de la ciudad monstruosa, probar mi habilidad de mujercita. Luchar yo, como el salmón, abriéndome paso contra la corriente; encontrar pertenencia, entender qué soy. Y después, regresar a casa. (Se queda mirando la cuchara)
Aún no sé dónde queda eso. A estas alturas, creo que ya ni importa. (A partir de aquí, a discreción del actor/director/lector, ELLA es libre de levantarse.)
A veces siento que la vida se deshace en cuadros: cuadros citadinos, cuadros sentimentales, cuadros de honor, cuadros coreográficos, cuadros de infección... También hay círculos viciosos, triángulos amorosos. Esa incorregible tendencia a comprender la vida atribuyéndole consistencia geométrica [válgame], y uno desparramándose informe. (Burlona) Cha-leeeee.
(Se acurruca en el piso) Ay, Henry. Yo también estoy aquí por razones que todavía no termino de comprender. Yo tampoco tengo dinero, ni recursos o futuro; en todo caso tendré todavía unas cuántas vagas esperanzas. Y sin embargo, de vez en cuando siento que todavía podría ser la más feliz del mundo… (cierra los ojos) Aunque esté sola.
(Abre los ojos, se incorpora.. Mira hacia el flan.) Desayuno sola. De un tiempo para acá me toca comer sola. [Antes no soportaba hacer eso. Me volvía loca el sonido de la cuchara golpeando el plato de la sopa, haciendo ecos por toda la casa, vacía.] La mayoría del tiempo ando sola por las calles. Me sé sola. La compañía es momentánea, todos se van. Los hermanos, los amigos, los jefes, los mismos; todos se van al final del día, cuando terminan las clases o la conversación interesante, o el amor, o la música, o el baile. 22 millones de güeyes en la ciudad, y everybody leaves… Incluso ellos, los que juran con toda su calentura y virilidad entre las manos que jamás van a marcharse, se van al amanecer. [Ojalá se fueran con el frío…]
En cierto modo, he aprendido a quererme así, sola. Hay ratos – esporádicos, para ser honesta— en los que no necesito a nadie más. ¿Para qué añorar la compañía? Decía que hay ocasiones en las que, de repente y sin saber cómo, me he hallado sonriendo, radiante. (Riendo) El momento más ridículo que he tenido en mucho tiempo: hallarme cantando, inexplicablemente contenta, mientras lavaba los platos. Lo estaba disfrutando. No me importaba un carajo estar sola, aunque estaba consciente de ello. Era feliz lavando trastes. Pude haber gritado "¡Que se vaya al carajo el mundo, no me importa! Aunque esta ciudad se hunda en el fango de años y años de mierda" y no sentirme triste. Ese momento pudo haberse expandido [eran demasiados trastes sucios, no los había lavado en una semana], y sin embargo la soledad y yo parecíamos amigas. Los trastes también se veían amigablemente sucios. Si no, dudo que hubiera cantado. De todos modos, se acabaron los trastes sucios. Y con ellos, mi felicidad fugaz y solitaria.
La vida aquí sabe a sal, a sal y tierra. Será por eso que lo dulce nos parece tan efímero y bello. Quizá por eso lo buscamos tanto. Bueno, al menos YO lo busco así, en mi soledad.
¿Para qué? (Piensa) La soledad es un abismo. La soledad es silencio. Hay abismos deliciosos, lo sé. Yo recuerdo una noche, un cuerpo ajeno, un sofá... y en ese silencio hubimos de arrojamos los dos. Soledad con soledad, silencio con silencio, mitigando nuestra urgencia con sordina, con suspiros entrecortados, con retazos de canciones y lágrimas. Yo hundiendo mi vida en sus ojos, atiborrando sus silencios de sonrisas y gritos; él meciéndome desde su mirada, como las olas apacibles, quedamente arrullando la vida, el sol y la edad…Al día siguiente, mi soledad-silencio había adquirido una dimensión más profunda. Cada día me entendería menos a mí misma, desencantada pero al mismo tiempo llena de intriga. A final de cuentas, él también se fue. No lo culpo. Personalmente, duermo mejor sola. Será la costumbre, pero así descanso mejor.
domingo, 7 de marzo de 2010
miércoles, 17 de febrero de 2010
Passé composé
Ce serait simple, de lui décrire comme la mer, comme la plage. Il es blond, de taille moyenne, avec les plus petites mains jamais vues chez un homme. Ses bras, de même que son dos, semblent forta et durs comme l'ivoire. Son nez aquiline lui donne un air peut-être sévère, peut-être serieux. Ses lèvres ont un minceur délicat, dessinés par des courbes douces et colorés par une rose pâle. Il a les cheveuz clairs, un peu plus obscurs que la paille. Parfois ses yeux semblent gris, parfois verts, mais j'ai passé des jours et des nuits entières à regarder son visage et là, ils brillent comme la mer sous le soileil, comme des petites pièces de verre: un bleu clair, intense.
C'est comme s'il pourrait enfermer dans ses yeux toutes les mers du monde, avex le calme et la candence tendre des vagues, avec la paisible chanson de ses eaux. Je regarde ses yeux et je peux prèsque sentir l'air humide de la plage, goûter le sel de la mer, sentir le chaud du soleil embrassant ma peau.
Son corps, son visage et ses cheveux sont sable, et ses yeux infinites deviennent la mer...
C'est comme s'il pourrait enfermer dans ses yeux toutes les mers du monde, avex le calme et la candence tendre des vagues, avec la paisible chanson de ses eaux. Je regarde ses yeux et je peux prèsque sentir l'air humide de la plage, goûter le sel de la mer, sentir le chaud du soleil embrassant ma peau.
Son corps, son visage et ses cheveux sont sable, et ses yeux infinites deviennent la mer...
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