llevo tus ojos en mi ensalada de cada mediodía
y tus células decoloradas en la mitad de mi almohada
para que todas las noches, en vez de soñar mirando hacia la ventana
pueda sumergirme en sueños inflados con los buenos recuerdos del primero
y entintarlos, volverlos eternos, con tu nombre que me sigue persiguiendo
al parecer, eres uno, el mismo, desde siempre
y eres inmortal
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