Cuando hablas así, me recuerdas a las ratas.
Seguro piensas en moras, rostros níveos y cabellos lisos, lisos y tan negros que su misma oscuridad irradia un fulgor raro e inexplicable. Pensarás también en narices respingadas, ojos bonitos y sonrisa con labios hermosos (delgados, bien delineados).
Yo no soy ninguna mora (en todo caso sería fresa), mi cara está quemada de tanto asolearme, mis cabellos son grifos y resecos; mi nariz es chata y gruesa, tengo ojos caídos y mis labios con como una plasta de maquillaje rojo mal distribuido.
Así que detente.
No describas la luna, absténte de hablar sobre magia si pretendes hablar de mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario