Septiembre 30, 2008
Me siento morir, a ratos. Pero yo renuncié a la resurrección en algún punto de mis numerosos exilios. Con gusto intercambiaría mi fertilidad humana por la fertilidad literaria, pero eso apenas en fantasías delíricas. Y es que nada tiene sentido, salvo los viernes en la tarde, de 3 a 6.
Menor coherencia tendría si hubiera permanecido. Digamos que con mi huída, garanticé mi elocuencia, mi cordura y mi sensatez. Pero ellas hacen un viaje más largo, y aún vienen en camino. Por el momento, queda una persona confundida, que camina respirando humo ajeno y llenándose la cabeza de letras y palabras, aún indescifrables e incomprendidas. ¿Dónde fue que vine a perder la poca belleza que tenía en mí?
Pfff
Soy un dejo obsceno de podredumbre árida que disfruta dialogando con el piso
y arrojándose de las escaleras.
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